¿Cómo se comunican los grandes líderes del mundo? (según Forbes)

comunicación y liderazgo (1)

Es imposible convertirse en un gran líder sin ser un gran comunicador.

Ahora, no nos referimos a que debes ser un gran hablador. Para nada. La clave para convertirse en un hábil comunicador se encuentra (curiosamente) en el mundo académico.

Desde nuestros primeros días en el aula estamos entrenados para enfocarnos en la enunciación, vocabulario, presencia, entrega, gramática, sintaxis y similares. En otras palabras, se nos enseña a centrarnos en nosotros mismos. Aunque no quiero menospreciar estas cosas, son los elementos más sutiles de comunicación que rara vez se enseñan en el aula (los elementos que se centran en los demás), los que los líderes necesitan aprender desesperadamente.

La capacidad de desarrollar una aguda conciencia externa es lo que separa a los verdaderos grandes comunicadores de los que se confunden en sus interacciones con los demás.

Mira a los grandes líderes del mundo y verás que todos ellos son comunicadores excepcionales. Podrán hablar de sus ideas, pero lo hacen de una manera que también habla de sus emociones y sus aspiraciones. Se dan cuenta de que si su mensaje no se arraiga profundamente en la audiencia, es probable que no sea comprendido, y mucho menos seguido o respaldado.

La mayoría de los líderes pasan la mayor parte de su tiempo en situaciones interpersonales y, de hecho, en un gran número de problemas de organización que ocurren como resultado de una mala comunicación. Es precisamente esta paradoja la que subraya la necesidad de que los líderes se centren en convertirse en grandes comunicadores. La comunicación efectiva es un componente esencial del éxito profesional, ya sea a nivel interpersonal, intergrupal, intragrupo, organizacional o externo.

Si bien desarrollar una comprensión de las grandes habilidades de comunicación es más fácil de lo que se podría pensar, ser capaz de recurrir apropiadamente a dichas habilidades cuando las cosas están en orden no siempre es tan fácil como se podría esperar.

Las aptitudes adquiridas y/o los conocimientos adquiridos sólo son valiosos en la medida en que pueden aplicarse en la práctica cuando se les pide. La primera cosa que tienen en común los grandes comunicadores es que poseen un elevado sentido de la conciencia situacional y contextual. Los mejores comunicadores son grandes oyentes y astutos en sus observaciones. Los grandes comunicadores son hábiles en la lectura de una persona/grupo al percibir los estados de ánimo, la dinámica, las actitudes, los valores y las preocupaciones de las personas con las que se comunican. No sólo leen bien su entorno, sino que poseen la asombrosa capacidad de adaptar sus mensajes a dicho entorno sin perder el ritmo. El mensaje no tiene nada que ver con el mensajero; sin embargo, se trata de satisfacer al 100% las necesidades y expectativas de aquellos con los que se comunica.

Entonces, ¿cómo sabes cuando tus habilidades han madurado hasta el punto de convertirte en un excelente comunicador? La respuesta es que habrás alcanzado el punto en que tus interacciones con los demás utilizan sistemáticamente los siguientes diez principios:

1. No hablar con un lenguaje ambiguo: En la mayoría de los casos, la gente no se abre a aquellos en los que no confía. Cuando la gente tiene la sensación de que un líder es digno de su confianza, invertirá tiempo y asumirá riesgos de maneras que nunca lo harían si su líder tuviera una reputación construida sobre un carácter pobre o falta de integridad. Aunque se puede intentar exigir confianza, rara vez funciona. La confianza se crea mejor ganándola con una actuación, un pensamiento y una decisión correctos. Ten en cuenta que la gente perdonará muchas cosas cuando exista confianza, pero rara vez perdonará nada cuando no haya confianza.

2. Póngase personal: Deje de emitir comunicaciones corporativas y comience a tener conversaciones organizacionales – piense en el diálogo, no en el monólogo. Este es el asunto – cuanto más personal y atractiva sea la conversación, más efectiva será. Hay una gran verdad en el siguiente axioma: «a la gente no le importa cuánto sabes hasta que saben cuánto te importa». La teoría clásica de los negocios le dice a los líderes que se mantengan a distancia. Yo digo que se mantengan a distancia si quieren permanecer en la oscuridad recibiendo sólo versiones altamente saneadas de la verdad. Si no desarrollas relaciones significativas con la gente, nunca sabrás lo que realmente está en su mente hasta que sea demasiado tarde para hacer algo al respecto.

3. Sé específico: La especificidad es mejor que la ambigüedad 11 veces de cada 10: Aprende a comunicarte con claridad. Lo simple y conciso es siempre mejor que lo complicado y confuso. El tiempo nunca ha sido un bien más preciado que hoy en día. Es crítico que los líderes aprendan a ir al grano y a alcanzar los puntos más altos – también es importante esperar lo mismo de los demás. Sin entender el valor de la brevedad y la claridad, es poco probable que se le dé la oportunidad de llegar al nivel granular, ya que la gente le dejará de prestar atención mucho antes de que llegue a él. Tu objetivo es eliminar lo superfluo y hacer que tus palabras cuenten.

4. Concéntrate en las salidas, no en las entradas: Los mejores comunicadores no sólo son hábiles para aprender y reunir información mientras se comunican, sino que también son expertos en transferir ideas, alinear expectativas, inspirar acciones y difundir su visión. La clave es abordar cada interacción con el corazón de un servidor. Cuando realmente te enfocas en contribuir más que en recibir habrás logrado el objetivo. Aunque esto pueda parecer contrario a la intuición, al centrarse intensamente en los deseos y necesidades de la otra parte, aprenderá mucho más de lo que nunca lo haría al centrarse en su agenda.

5. Tenga una mente abierta: A menudo he dicho que la rigidez de una mente cerrada es el mayor factor limitante de las nuevas oportunidades. Un líder lleva su juego a un nivel completamente nuevo en el momento en que busca de buena gana a aquellos que tienen opiniones disidentes y posiciones opuestas con el objetivo no de convencerlos de que cambien de opinión, sino con el objetivo de entender lo que tienen en mente. Siempre me sorprende cuánta gente teme realmente a las opiniones opuestas, cuando lo que deberían ser es genuinamente curioso e interesado. Abrir diálogos con aquellos que se enfrentan a ti, te desafían, te estiran y te desarrollan. Recuerda que no es la opinión lo que importa, sino más bien la voluntad de discutirlo con una mente abierta y aprender.

6. Cállate y escucha: Los grandes líderes saben cuándo subir, bajar y bajar el volumen (mayormente bajar y bajar). El simple hecho de transmitir su mensaje ad nauseum no tendrá el mismo resultado que entablar una conversación significativa, pero esto supone que entienda que la mayor forma de discurso tiene lugar dentro de una conversación, y no en una conferencia o un monólogo. Cuando llegas a ese punto en tu vida en el que la bombilla se apaga, y comienzas a entender que el conocimiento no se obtiene agitando los labios, sino quitándote la cera del oído, has dado el primer paso para convertirte en un hábil comunicador.

7. Reemplazar el ego con empatía: hace tiempo que aconsejo a los líderes que no dejen que su ego escriba cheques que su talento no pueda cobrar. Cuando la franqueza se comunica con empatía y cuidado y no con la arrogancia orgullosa de un ego exagerado, empiezan a suceder cosas buenas. Los comunicadores empáticos muestran un nivel de autenticidad y transparencia que no está presente en aquellos que eligen comunicarse detrás de la fachada cuidadosamente elaborada y sostenida por un ego muy frágil. Entender este principio de comunicación es lo que ayuda a convertir la ira en respeto y la duda en confianza.

8. Lea entre líneas: Tómese un momento y reflexione sobre cualquier gran líder que se le ocurra… encontrará que son muy hábiles en la lectura entre líneas. Tienen la extraña habilidad de entender lo que no se dice, ni se ve, ni se escucha. Ser un líder no debe ser visto como una licencia para aumentar el volumen de la retórica. Los líderes más astutos saben que se gana mucho más cediendo la palabra que gritando. En esta era de comunicación instantánea, todos parecen tener tanta prisa por comunicar lo que tienen en mente que no se dan cuenta de todo lo que se puede ganar de las mentes de los demás. Mantén tus ojos y oídos abiertos y tu boca cerrada y te sorprenderás de cómo se eleva tu nivel o conciencia organizativa.

9. Cuando hable, sepa de qué está hablando: Desarrolle un dominio técnico sobre su materia. Si no tienes experiencia en la materia, pocas personas te darán la hora del día. La mayoría de las personas exitosas tienen poco interés en escuchar a aquellos individuos que no pueden agregar valor a una situación o tema, pero se obligan a sí mismos en una conversación sólo para escucharse a sí mismos hablar. Los días de fingir hasta que lo haces han pasado hace mucho tiempo, y para la mayoría de la gente que conozco, rápido y astuto es igual a no creíble. Todos habéis oído el dicho «lo que importa no es lo que dices, sino cómo lo dices», y aunque seguramente hay un elemento de verdad en esa afirmación, estoy aquí para deciros que importa mucho lo que decís. Los buenos comunicadores abordan tanto el «qué» como el «cómo» de los mensajes para no caer en la trampa de convertirse en el hablador suave que deja a la gente con la impresión de la forma sobre la sustancia.

10. Hablar a los grupos como individuos: Los líderes no siempre tienen el lujo de hablar con los individuos en un ambiente íntimo. Los grandes comunicadores pueden adaptar un mensaje de tal manera que pueden hablar a 10 personas en una sala de conferencias o a 10.000 personas en un auditorio y hacer que se sientan como si estuvieran hablando directamente a cada uno de ellos como un individuo. Saber cómo trabajar en una sala y establecer la credibilidad, la confianza y la compenetración son claves para el éxito de las interacciones.

11. Bono – Esté preparado para cambiar el mensaje si es necesario: Otro componente de la estrategia de comunicaciones que rara vez se discute es cómo evitar que un mensaje salga mal, y qué hacer cuando lo haga. Se llama estar preparado y desarrollar un plan de contingencia. Una vez más, debe tener en cuenta que para que las interacciones sean exitosas, su objetivo debe estar en línea con aquellos con los que se está comunicando. Si tu experiencia, empatía, claridad, etc. no tienen el efecto deseado, que por cierto es muy raro, necesitas ser capaz de hacer un impacto cambiando las cosas sobre la marcha. Utilice grandes preguntas, humor, historias, analogías, datos relevantes y, cuando sea necesario, afirmaciones audaces para ayudar a conectar y generar la confianza que se necesita para que la gente quiera participar. Aunque a veces es necesario «Conmoción y Pavor» esta táctica debe reservarse como último recurso.

No asuma que alguien está listo para tener una conversación en particular con usted sólo porque usted está listo para tener la conversación con ellos. Pasar tiempo preparando el camino para una conversación productiva es mucho mejor que aparecer como el proverbial toro en una tienda de porcelana. Además, no puedes asumir que nadie sabe de dónde vienes si no se lo dices. Nunca dejé de sorprenderme de cuánta gente asume que todo el mundo sabe lo que quiere que ocurra sin necesidad de comunicar su objetivo. Si no se justifica el mensaje con conocimiento, lógica de negocios, razón, empatía, etc., se verá que dicho mensaje probablemente caerá en oídos sordos necesitando refuerzo o aclaración después.

Conclusión – La lección de liderazgo aquí es que siempre que tenga un mensaje que comunicar (ya sea directamente o indirectamente a través de un tercero) asegúrese de que dicho mensaje sea verdadero y correcto, bien razonado y sustentado por una sólida lógica de negocios que sea específica, consistente, clara y precisa. Pasar un poco más de tiempo en la parte delantera de la curva de la mensajería probablemente le ahorrará un considerable agravamiento y daño cerebral en la parte trasera. Lo más importante de todo es tener en cuenta que la comunicación no se trata de ti, tus opiniones, tus posiciones o tus circunstancias. Se trata de ayudar a los demás satisfaciendo sus necesidades, entendiendo sus preocupaciones y añadiendo valor a su mundo. Haz estas cosas y reducirás drásticamente el número de problemas de comunicación que experimentarás al avanzar.

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Categorizado como Editorial

Por Rod Melgarejo

Licenciado en Comunicación Social. Posgrado en Comunicología y Marketing Digital. Experiencia de +15 años en empresas, consultoría, agencias y medios de comunicación. Especialista en Comunicación Digital.

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